miércoles, 2 de septiembre de 2009

En esta tarde gris...



…me brotó decirte que te amo profundamente.
Y agregar que adoro tus ojitos verdes, que cuando me mirás amenazadoramente me resulta imposible recatarme, porque lo único que puedo pensar es en sonreír y sugerirte con voz profunda: “¡sí, pegáme y llamáme Marta!
Otra cosa que me encanta es tu largo pelo negro. El muy turro en un principio intentó ahogarme y enredarme entre sus hebras, la verdad es que se portó como todo un guardián. Pero ya me ha dejado entrar y ahora sólo me hace alguna que otra cosquilla en la nariz. Es hermoso cuando está suelto, te hace parecer una guerrera amazona, pero me gusta mucho más cuando está recogido y deja al aire tu irresistible cuello.
Mmm…esa parte de tu cuerpo es la tentación pura para mis labios, ellos sólo quieren besarlo con adoración. Y ni hablar del lugar justo donde se juntan el hombro y el susodicho cuello, ese escondrijo es droga para mis labios.
Me pone toda blandita y tonta cuando sos dulce y mimosa, me dan ganas de abrazarte fuerte y no soltarte más. Decir que quisiera bajar corriendo de una montaña al grito de Jerónimo, es demasiado, ¿no? *
El tenerte abrazada cuando bailamos en tu cuarto tarareando Strangers in the night, es hermoso, pero hacerlo en el campo bajo la luz de la luna y con las estrellas espiando, es insuperable.
Para ir terminando (así me dedico a trabajar…), te diré que tus piecitos son sexys y que ese huequito que se forma entre tu labio inferior y la barbilla fue hecho para mi labios.
¿Te dije que te quiero?


*Referencia a El complot