sábado, 31 de julio de 2010

La Torta de manual...


Los días fueron pasando y la cosa parecía tranquila, tal vez demasiado, como la calma que precede la tormenta. Pasabas la mayor parte del tiempo en tu habitación, sólo bajabas a comer y hablabas lo justo y necesario. Cada tanto tus viejos te acorralaban y te hacían preguntas de todo tipo que, según mi madre: "me iba a tener que aguatar porque ellos querían saber". Ver a tu vieja tan mal te cargaba la culpa del mundo sobre los hombros, fue así que le preguntaste si quería que contactes con el psicólogo que le habías dicho. Aceptó.
¿De dónde ibas a sacar un psicólogo que tratara estos temas? Porque tampoco era cuestión de mandarlos a uno que les aconsejaran que te tenían que quemar por torta o algo por el estilo. Así que te exprimiste el cerebro hasta recordar el nombre de la asociación que siempre aparecía en Plan A* cuando hablaban de homosexualidad. Entre Google y tu memoria, dieron con ella. Vox Asociación Civil. Le mandaste un mail al presidente, Guillermo Lovagnini, pensando que iban a tardar siglos en responder, pero al día siguiente tuviste respuesta. S
e puso de acuerdo con tus viejos en el día y la hora y concretó una cita con una psicóloga. Tanto If como Talita te llamaron "torta de manual". No tenías ni idea del porqué.
Tus viejos trajeron de la entrevista una revistita, que Talita e If criticaron a más no poder. Esa fue la primera y última reunión a la que asistieron. La mayor parte del tiempo te dejaban tranquila como si nada hubiera pasado, pero cada dos o tres días te acorralaban en tu habitación para reclamarte, rogarte, "insultarte" (poniéndote al mismo nivel de un violador o asesino) o pedirte que reconsideres. 
Fueron días y meses difíciles, aunque te repetías que había chicos que seguro que la habían pasado muchísiiiiimo peor. Por suerte tenías a If para acompañarte, eso te ayudó a llevar la situación con entereza, aunque la verdad  es que nunca te arrepentiste de lo que hiciste y cómo lo hiciste. 
Viviste las situaciones más vizarras, porque a veces podías hablar con tu vieja como antes, ella te pedía que les dieras tiempo y hasta bromeaba (medio en serio). "El otro día hablábamos con tu papá...y decíamos que ya nos imaginábamos viéndote en el desfile** gay por televisión". "Ni loca, vos sabés que no voy a ningún tipo de marcha, no me gustan esas cosas, ¿cuándo me viste ir a alguna? No, no, las marchas y manifestaciones no son para mí, deíle a papi que se quede tranquilo".
Pero en otro momentos, surgían cosas como esta: "Vos no tenés intención de repensar esto, me dijiste que sí para que no te joda", reclamó tu viejo. "Encima nos querés hacer pensar como vos, por eso nos mandaste a un spicólogo que nos quería cambiar la cabeza, nosotros no somos los que tenemos que ir a un psicólogo..." acusó tu mamá. 
Así transcurrían las cosas en tu casa, y vos en lo único en lo que pensabas era en irte a vivir sola, no soportabas el clima que se respiraba, nunca sabías si el hoy era un día "bueno" o si cualquier cosa iba a hacer que te volvieran a acribillar a reclamos o que te hicieran sentir como una basura por herirlos. Tenías que conseguir trabajo con urgencia, porque depender de ellos en esa situación empeoraba todo. La cosa no parecía que fuera a tener fin, pero te equivocabas...








* Programa de televisión rosarino.
** Léase la Marcha del Orgullo