jueves, 8 de enero de 2009

Siniestra impunidad (primera parte)

El domingo 16 de junio de 1985 la temperatura era excesivamente calurosa si se tenía en cuenta que era invierno. Para Cecilia Giubileo era un día prácticamente libre, ya que recién a la noche debía tomar guardia en la Colonia Montes de Oca. Así que se levantó al mediodía, se bañó, se puso un pantalón de gimnasia azul, una remera blanca y zapatillas.Como no le gustaba demasiado cocinar sacó del horno unas porciones frías de pizza que habían quedado de la noche anterior, se sirvió un vaso de agua de la heladera y se sentó a comer. Cuando terminó de almorzar tomó las llaves del auto que estaban sobre la mesa, se colgó el estuche que contenía una raqueta de tenis del hombro y salió del departamento.
A las dos de la tarde tenía que estar en la estación de ómnibus de Luján para recoger a Graciela. Ambas se habían hecho amigas cuando la Doctora estaba trabajando en una clínica de Campana, en seguida descubrieron la pasión mutua que sentían por el tenis y así fue como convinieron en jugar una vez a la semana más allá de los compromisos de ambas. El micro llegó puntual, las mujeres se saludaron afectuosamente y, charlando, caminaron hacia el auto de la doctora, que las esperaba para llevarlas al club El Timón de Jáuregui, otra localidad cercana a Luján, del que ambas eran socias. Pasaron varias horas jugando y poniéndose al día sobre las novedades que podrían tener tras una semana sin verse.
Cuando terminaron de jugar se ducharon y cambiaron de ropa en los vestuarios del club y regresaron al departamento de Cecilia para que ésta dejara la raqueta y tomara el bolso con el que luego iría a trabajar. Giubileo vestía ahora un jogging azul, con vivos claros, campera celeste y zapatillas blancas. Desde allí se dirigieron a una estación de servicio para cargar nafta y luego pararon en un quiosco, donde la médica compró un atado de cigarrillos Marlboro para, finalmente, llevar a Graciela a la estación de ómnibus.
A pesar que aún era temprano para tomar su guardia nocturna, recorrió los 20 kilómetros que la separaban de Torres y fue a casa de los Ávila, una familia con la que trabó amistad a su llegada a ese pueblo. Tan amigos se hicieron que no sólo había sido elegida madrina de una de las hijas del matrimonio, sino que además le pusieron su nombre a la niña de 7 años.
"No llevo a Cecilia conmigo porque creo que esta noche estoy sola en la guardia, pero mañana la paso a buscar para llevarla al cumpleaños de Lenina" dijo la doctora antes de irse, refiriéndose a una amiguita de su ahijada.
"No te hagas problema, Ceci. De todas formas hoy tiene que hacer un montón de tarea para la escuela".
El clima había cambiado repentinamente, en ese momento era frío y húmedo, al atardecer había bajado una neblina extraña. A las 21.48 la doctora Giubileo registró su ingreso a la Colonia Montes de Oca. De inmediato, sin tomar contacto con otras dependencias del instituto, atendió a un paciente de apellido Frasia, que tenía bronquitis y fiebre alta, en la enfermería. Después cumplió con el papeleo de unos familiares que fueron a llevarse el cuerpo de una interna que había fallecido a la tarde.
"Empezó movidita la noche, ¿no doctora?" comentó Carlos Novello, uno de los dos enfermeros que estaba allí.
"Así parece, esperemos que sea un amague, nomás. ¿Por casualidad no tendrán un par de cigarrillos? Me compré un atado antes de venir para acá y no lo encuentro, ¡espero que hayan quedado en el auto!"
"Si tome" respondió el otro enfermero alcanzándole un atado del que la doctora sacó tres cigarrillos.
"¡Gracias, me salvaste la vida!" Exclamó la doctora guiñándole el ojo. "Bueno, ahora me voy a Casa Médica a estudiar".
"Vaya doctora, cualquier cosa le avisamos".
Casa Médica era la denominación del pabellón en el que se alojan los médicos residentes, el mismo se hallaba separado de la enfermería por un pasillo de quince metros, que dividía las dos habitaciones que estaban destinadas a los médicos, si uno continuaba caminando por él llegaba al comedor, único lugar por el cual se podía acceder al baño. La mujer atravesó el pasillo y entró en la habitación de la derecha. Cada habitación tenía dos camas de una plaza ubicadas a la izquierda de la puerta, entre ambas había una mesita de luz, con un velador. Cecilia dejó el bolso y el maletín del que nunca se separaba arriba de la primera cama, pero no tuvo tiempo de hacer nada más, porque justo en ese instante golpearon la puerta. Era un paciente que venía a buscarla porque se había producido una emergencia en el pabellón 7, que estaba a unos quinientos metros de la Casa Médica. El citado pabellón le había pedido al 8, que estaba cerca, un paciente “lúcido” para que busque rápidamente a un médico, ya que los teléfonos internos del pabellón 7 no funcionaban desde hacía varios meses.
"Bueno, vamos a ver que pasa. ¿Cómo te llamás?"
"Miguel. Miguel Cano, doctora".
"¿Vas a ser mi guardaespaldas, Miguel?" bromeó la doctora.
El paciente regresa a su pabellón y pide permiso para acompañar a la doctora hasta la Casa Médica, cuando ésta finalice su tarea. Miguel es autorizado, ya que los médicos por razones de seguridad, no andaban a esas horas por afuera a pesar que los senderos estaban bien iluminados, con luces de mercurio.
En la enfermería Carlos ve como la doctora le regala tres cigarrillos al paciente, cuando éste se va le pregunta: "¿Cómo, no te ibas a estudiar?"
"Así lo había pensado, pero me llamaron del pabellón 7. Atendí una urticaria gigante" le contestó Cecilia mientras cruzaba la enfermería hacia Casa Médica.
Esa fue la última vez que alguien vio o habló con la doctora Cecilia Giubileo.


Continuará...

2 comentarios:

luli dijo...

me hizo mal. ese no sólo es indignante si no que también es feo, feo y triste.


parece una buena introducción para un cortito. hubiera estado bueno ir viéndolo al tiempo que te lo fuera narrando la que no es ni norma aleandro ni leonor benedeto pero que es del mismo target.

espero la continuación.

besos!

Erica dijo...

sí, y cada vez se poner peor, lamentablemente.

jajajaja y quién no es ni norma ni leonor?

las programé cada 4 días, si no me equivoco.

Besos!!