lunes, 5 de enero de 2009

Siniestra impunidad (introducción)

Bueno, resulta que tengo varias cosas que me gustaría escribir acá, pero estoy con fiaca o falta de creatividad o vaya a saber qué. Así que decidí, para no abandonar el blog, ir posteando en 2 o 3 veces un trabajo de "investigación periodística" en formato de crónica novelada (ufff!) que tuve que hacer para 1º año sobre un tema real que me interesara.
Todos los datos son ciertos y extraídos de diarios (Clarín, La Nación o sus suplementos), los aportes legales los hizo mi profesora de derecho, pero en el traspaso de la información pude haber metido la pata, que conste. Me tomé algunas licencias literarias, pero nada que afecte el caso en sí, sólo para llenar huecos en la narración.
Los argentinos, más si son "viejitos" como yo, recordarán este caso, el resto lo descubrirá ahora, eso si no se aburren antes y dejan de leer. Debo admitir que cuando ocurrió el suceso la niña de 8 años que fui quedó atrapada por todo lo que se dijo, es más, puede que fuera en ese preciso momento en que me enamoré de los policiales. También viene unido a este caso el recuerdo del periodista José de Zer y sus jadeos al decirle al camarógrafo: "Seguíme, Chango, seguíme".
Bueno, basta de cháchara, vamos a los bifes...


A comienzos del siglo XX, un precursor de la psiquiatría argentina, el doctor Domingo Cabred, fundó un asilo para albergar y curar enfermos mentales pobres. El manicomio, cuyo nombre oficial era Instituto Neuropsiquiátrico Dr. Domingo Cabred, fue concebido como un asilo abierto en el que la paz de la naturaleza atenuara el dolor. El predio era conocido como Colonia Open Door y ocupaba 600 hectáreas en las cercanías de un pueblo llamado Torres, en cuyas tierras se hospedaba otra clínica: La Colonia Nacional "Dr. Manuel A. Montes de Oca".
Dicha Colonia es el hogar de más de 1400 enfermos mentales y oligofrénicos* de ambos sexos. La clínica, construida en un predio de más de 270 hectáreas con zonas profusamente arboladas, está situada sobre la ruta 192, en el partido de Luján. Las personas que no eran de la zona muchas veces creían que las clínicas eran en realidad una sola y, para referirse a alguna de ellas, usaban indiscriminadamente Open Door o Colonia Montes de Oca.
Torres queda a unos 20 kilómetros de la ciudad de Luján, es un típico y apacible pueblo de la llanura levantado en torno a una vieja estación de ferrocarril, esta rodeado por estancias y haras donde se crían los mejores caballos argentinos de polo que son reconocidos en el mundo. Tiempo atrás, había sido un parador en el que se detenían algunos trenes para cargar y descargar tarros de leche y correspondencia. En 1985 tenía 1500 habitantes, varios de los cuales prestaban servicio en la clínica de la localidad Domingo Cabred y en la Montes de Oca. Pero entre todos los habitantes de Torres hubo uno, en realidad una, que destacó.
Era una mujer de 39 años, delgada – pesaba 51 kilos -, de boca sensual, risa luminosa y mirada intensa, que había teñido de rubio su pelo oscuro. Nació en Córdoba en el 28 de octubre de 1946 y estudió medicina en la Universidad Nacional de Córdoba en los conflictivos años 60. Militó en la izquierda y participó en huelgas y manifestaciones. En una de ellas, conoció a un joven del que se enamoró. Se casó con Pablo Chabrol y se fueron a vivir a España. Allí trató de revalidar sus estudios, pero el intento duró lo mismo que su matrimonio... menos de un año. Volvió al país ya separada y se concentró en la facultad. En 1970 se recibió y se trasladó a Campana, donde se desempeñó en un dispensario metalúrgico. Dos años más tarde se mudó a Torres donde instaló una clínica, en la calle Calderón de la Barca 770. El consultorio era en realidad una habitación que formaba parte de una finca centenaria propiedad de la señora Inés Montoya. “No firmamos ningún tipo de contrato porque no es mi costumbre. Sólo le dije que esperaba que no viniera con gente extraña, porque yo vivo aquí con mi madre que es muy anciana. Ella sonrió, y puedo asegurar que su conducta fue siempre ejemplar”.
Los lugareños se preguntaron en varias oportunidades qué había llevado a una médica recientemente recibida a instalarse en ese pueblo desconocido. “La doctora era muy cariñosa y dicharachera, aunque reservada”, fue el comentario de todo aquel que la conoció. También era bondadosa, en varias oportunidades compró remedios que eran muy caros para sus pacientes y se los regaló, además no siempre cobraba las consultas. Era una mujer sencilla que por lo general vestía ropa sport, preferentemente usaba pantalones y le gustaba practicar deportes. Una vez a la semana se juntaba con Graciela, una amiga que tenía en la ciudad de Campana, para jugar al tenis; además estudiaba canto, participaba en un coro y tomaba clases de kárate en el Polideportivo de Luján, ciudad a la que mudó su residencia.
Compró un departamento en la calle Humberto I, una construcción tipo monoblock de planta baja y dos pisos, con escaleras y cocheras a un costado. En 1977 comenzó a prestar servicio en Open Door y en la Colonia Montes de Oca. Con el ingreso que le reportaron sus trabajos logró, con un gran sacrificio, cambiar su viejo Citroen por un Renault 6 blanco al que cuidaba casi exageradamente.
A Torres la seguía ligando el trabajo en los institutos y la clínica en la casa de la señora Montoya, cuya placa en la pared rezaba su nombre y su especialidad: “Cecilia E. Giubileo Clínica Médica”.

Continuará...



* Oligofrenia: es la deficiencia mental congénita, caracterizada por alteración del sistema nervioso, deficiencias intelectuales y perturbaciones afectivas. El Síndrome de la Oligofrénico es la detención del desarrollo psíquico, congénito o adquirido en los primeros años de vida.

2 comentarios:

Sweet carolain dijo...

PRIIIIIIII ay, Ericaa!!!!

estoy es re psico, no me acuerdo del caso, pero tengo muy en claro las barrrrbaridades que pasaron es esos nosocomios...

besos, vuelvo a leer.

Erica dijo...

Yo tenía algunos recuerdos confusos, sabía que ella nunca apareció y que en la colonia pasó cualquiera, nada más.

Besos y gracias por la visita.